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Navegar en el Delta del Ebro; entre la tierra y el mar

Un paisaje único, sosegado, tranquilo, bien conservado, para aquellos que gozan de navegar en soledad y quietud, acompañados únicamente por la naturaleza y la paz del entorno.

¡Descubre el Delta del Ebro! Playas infinitas a lo largo de la desembocadura de uno de los ríos más emblemáticos de España y el más caudaloso de toda la península ibérica. Las hamacas y demás chiringuitos brillan por su ausencia, siendo sustituidos por la naturaleza en estado puro.

El río Ebro, es el principal responsable de este bello entorno con el aporte durante miles de años de los materiales arrancados durante su paso, para depositarlos como sedimentación en 320 kilómetros en los que se han formado diferentes hábitats. Los vientos y la naturaleza han dado al delta forma de flecha que penetra 22 kilómetros en el mar Mediterráneo y formando el tercer delta de mayor tamaño en el mediterráneo tras el delta del Nilo de 24.000 kilómetros cuadrados y el del río Ródano con 500 Km2.

El delta del Ebro es uno de los mayores humedales de Europa occidental comparable con la Camarge francesa y con el parque de Doñana en Andalucía. En mitad del delta se forman lagunas con abundante fauna y vegetación. Y también encontramos islotes de arena como la “Isla del Buda” con una pequeña laguna central de considerable extensión y menor salinidad que permite una exuberante vegetación salobrar.

El perfil sur del Delta del Ebro está dominado por la presencia de dos lagunas relativamente grandes: la Cerrada sin comunicación directa al mar aunque sí a través de las acequias y canales construidos por el hombre, y la enorme laguna de la Encañizada, cercana a la población de San Carlos de la Rápita, con abundantes juncos y vegetación helofítica.

 

Vegetación y riqueza biológica

 

La peculiar salinidad de la zona que va desde las tierras fértiles de agua dulce, sus terrenos salobres, hasta salinas de alta concentración, permitiendo la proliferación de diferentes variedades vegetales de gran interés.

El agua marina penetra en la capa freática que al evaporarse, concentra las sales en la superficie. La vegetación de los terrenos salinos agrupa grandes comunidades vegetales bien representadas cerca de las salinas de San Antonio, o en la laguna Cerrada. Los cañaverales y los carrizales tienen una importancia extrema en zonas como por ejemplo Los Colmillos, en donde se producen surgencias de agua dulce creando paisajes de nenúfares de enorme belleza. En las dunas se dan otras vegetaciones distintas con especies como los tarajes, y ya en el río se contemplan bosques de ribera en los que destacan los grandes álamos blancos.

Este gran humedal de importancia internacional sirve de lugar de tránsito y descanso para numerosas especies de aves migratorias que reposan o invernan en sus tierras. En total nidifican 95 especies diferentes y alberga a 360 aves.

 

 

Las plantaciones del delta aportan más de 100 millones de euros anuales en producción con 20.000 hectáreas de arrozales y huertas y una importante actividad pesquera. Estos arrozales además de producir riqueza a sus agricultores sirve de alimentación a especies salvajes. Hasta finales del siglo XIX, no se aprovecharon las características del delta para el cultivo del arroz y en épocas pasadas, el aprovechamiento se centraba en las salinas que datan del siglo X, la ganadería y la caza y pesca. En la actualidad solo quedan unas pocas salinas aunque fueron muy famosas como la de Sant Antoni.

Las bellas dunas de l delta han servido como escenario de numerosos anuncios e incluso famosos video-clips de grupos como U2.

 

Las bellas playas del Delta

 

Al norte de la desembocadura se encuentra la playa del Fangar en el golfo de Sant Jordi, virgen en medio de uno de los espacios naturales y paisajísticos más sorprendentes de toda España. La playa de arena fina, aguas tranquilas y poco profundas, ocupa unas 400 hectáreas en forma de silueta de flecha. Repleta de dunas, totalmente virgen, natural, aislada y sin servicios, uno no sabe si está en una playa del Mediterráneo o en el desierto del Sahara. Su inmensidad y belleza, le dan un “sabor” especial.

Lo mejor es salir en barco desde Ametla de Mar, para navegar unas pocas millas hasta su desembocadura, pero existe también una pista de arena compactada entre arrozales y dunas desde la que se puede llegar en coche. Luego solo 4km de playa con dunas hasta su extremo donde se ubica el viejo faro. La población más cercana es Deltebre situada a 8km.

 

 

Caminar por la playa del Fangar es una experiencia única, al estar rodeados por agua a ambos lados de la playa, mientras podemos descubrir su fauna formada por aves migratorias, anfibios, y pequeños reptiles. La playa reproduce totalmente el ambiente del desierto, hasta incluso reproducir fenómenos de espejismos al estar su arena muy plana y así poder reflejar las imágenes convirtiendo sus extensiones de arena en una aparente lamina de agua.

Un poco más alejada se encuentra la playa nudista de la Marquesa con casi 5 kilómetros de extensión de arena fina y dorada, en medio de un enclave paisajístico singular con amplios espacios, dunas de arena fina, y bañadas por aguas tranquilas y cristalinas de poca profundidad. El viento puede hacer acto de presencia lo cual hará las maravillas para los amates delKite surf o los windsurfistas, pero aún así se pueden disfrutar muchas fechas de un perfecto día tranquilo.

 

 

Al lado de la misma desembocadura, encontraremos la playa de Riumar y a diferencia de las anteriores, esta ofrece todo tipo de servicios y está galardonada desde 1997 con la bandera azul. En ella a veces se pueden contemplar flamencos en los pequeños islotes que configuran lagunas justo al lado de la playa.

 

Ojo con los peligros del delta

 

La navegación en el delta aporta momentos extraordinarios, pero debemos tener presente las características de navegación del lugar, con cambios importantes en la batimetría y fondos a veces muy someros para algunos veleros. No es raro navegar con vientos enérgicos que harán las delicias de unos y darán mucho respetos a otros. La línea de costa se mueve de año en año y las corrientes y aportaciones sedimentarias modifican los fondos cercanos a tierra. Con vientos de Nordeste y del Sudeste incluso el nivel del mar cambia un poco por lo que lo más seguro es tomar una cota con buen margen frente a cabo de Tortosa.

Es importante tomar rizos cuanto antes en caso de subir el viento pues como el terrenos es plano y sin elevaciones las rachas no se ven atenuadas a lo cual se sima el hecho de podernos ver atrapados entre dos costas a barlovento y otra a sotavento. En cambio las aguas están muy calmadas dentro del delta. Debemos respetar las batimetrías y estar muy atentos si estas bajan de 8-10 metros. El cabo de Tortosa hay que pasarlo con un resguardo a tierra de al menos una milla náutica.

 

 

Hacia el norte debemos buscar la boya “barra” en las coordenadas N 40º 44.555’ E 0º 52.168’ marca la desembocadura del río Ebro, y nos avisa de la barra de arena de apenas 1 metro de calado. La parte norte del delta es más segura y no corremos peligros de encontrarnos con cambios de batimetrías, aunque debemos seguir atentos a la sonda, aunque podremos apurar las bordadas hasta poca batimetría pues no existen barras imprevistas bajo las aguas. Si desea descansar

 

Navegación fluvial del Ebro

 

Una navegar gozosa envueltos por la tranquilidad y la frondosidad de los bosque ribereños. Esta bella actividad nos permitirá disfrutar del paisaje fluvial y de la paz que los rodea, acompañada por el canto de las aves que encuentran refugio en la vegetación.

La navegación fluvial ha permitido históricamente el intercambio comercial entre los pueblos de sus riberas. El Ebro fue el eje de toda la vida económica de las villas y de sus habitantes. El Ebro era para sus habitantes un lugar privilegiado y de enorme atractivo al que se iba a nadar, a pasear, a pescar o a navegar desde un lugar a otro.

 

 

Durante décadas la navegación fluvial permitió el transporte de mercaderías hasta bien entrado el siglo XX, cuando se consolida la red de carreteras. Pero desde 1990, los ayuntamientos locales impulsan de nuevo la navegación del Ebro, esta vez como actividad de ocio y turismo. Actualmente es posible navegar un tramo de más de 100 kilómetros de río con restricciones de motor, entre Ascó y la localidad de Amposta, ya sea con embarcación propia o alquilada, o en piraguas o kayaks.

 

 

 

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