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Atravesar el Canal de Corinto

y conocer sus alrededores

 

 

Si hemos estado navegando por las Jónicas, y para continuar derrota a otros rincones de Grecia, tendremos dos caminos diferentes. O bien continuar al Sureste hacia las joyas del Peloponeso o acortar camino hacia el Mar Egeo por el Golfo de Corinto. Atravesamos el inmenso Canal que convirtió al Peloponeso en una enorme isla.

La península del Peloponeso es desde hace unas cuantas decenas de años una isla al haber sido separada de la Grecia continental por una de las mayores obras de ingeniería civil de los últimos tiempos, finalizada en 1.893 por el ingeniero húngaro Isvan

Tür. El canal de Corinto mide 6,3 kilómetros de largo con una anchura de 21 metros y dragado a 7 metros de profundidad, discurre excavado a pico a 76 metros bajo el nivel del terreno y al nivel del mar, por tanto sin necesidad de exclusas.

Tanto al comienzo como al final del canal se han instalado dos puentes hidráulicos que se hunden hasta el fondo varias veces al día para permitir el paso de los barcos. Hay que estar atento a los semáforos para conocer cuando podremos pasar. Durante el día la bandera azul indica que está abierto y con la bandera Roja debemos detenernos.

Si es por la noche, debemos detenernos si vemos una luz blanca y avanzar sin problemas sin vemos dos luces blancas una encima de la otra. Arriba en la meseta y en su mitad, atraviesa la autovía a más de 50 metros de altura ofreciendo unas vistas espectaculares sobre el canal. También existe otro segundo puente fijo para el paso de una vía ferroviaria.

Existen escritos milenarios, de Periandro de Corinto fechados en el siglo VII a.C., en donde se reconoce la intención de excavar dicho canal para evitar un rodeo de 700 kilómetros alrededor de toda la península del Peloponeso. El emperador romano Nerón lo intentó de nuevo en el año 67 de nuestra era, haciendo uso de un ejército de 6.000 esclavos judíos, pero los trabajos quedan cancelados tras la muerte del emperador, solo un año después. Hasta los venecianos se lo propusieron en 1.687, pero el proyecto sólo alcanza el éxito con los estudios de Ferdinand de Lesseps ingeniero también del canal de Suez.

 

Cruzar el canal

Es una experiencia digna de ser vivida al menos una vez en la vida. Avanzar entre dos enormes paredes de caliza que casi caen a pico con 80º de inclinación, dando la sensación que el hilo de agua se estrecha hasta casi desaparecer en la lontananza.

El canal permanece cerrado los martes de todas las semanas para realizar trabajos de dragado y diversos mantenimientos. Es normal encontrar una corriente en superficie de 1 ó 2 nudos que puede llegar a 3 en determinados días del año, y que puede ir en los dos sentidos dependiendo del viento que sople.

Para hablar por la VHF con la gente del canal utilizaremos el Canal 11, en donde nos indicarán que tenemos que esperar y navegar detrás del convoy de grandes barcos a motor. Es en el extremo de Isthmia en donde debemos abarloarnos en el muelle Sur, para efectuar el pago de los derechos de cruce.

 

 

¿Cuánto cuesta atravesar en barco de recreo?

Depende de la eslora del barco y de su bandera. Precio actualizados en Enero 2018. Si el barco es de menos de 6 metros el pago es de 50 €. De 6 a 9 metros hay que abonar 80 €. Si el barco es de 9 a 15 metros la cosa se complica y hay que aplicar una formula: 80€+(Eslora-9)*23€. O lo que es lo mismo el exceso de eslora a partir de 9 metros se paga a 23€/metro. O sea que si su barco es un 12 metros pagaremos 80€+3x23€= 149€. Si es un velero de 50 pies el coste subirá a 218€.

 

 

Podremos pagar en metálico o con tarjeta de crédito, e intentaremos no cruzar en días festivos, pues se aplica un incremento de tarifa del 30%, y si es por la noche otro incremento de un 25%. Y también debemos tener presente que si nos abarloamos durante más de 3 horas al muelle de espera, habremos de pagar 35€ hasta 9 metros de eslora, o 52€ si estamos entre 9 y 15 metros de eslora, o 86 € entre los 15 y 25 metros.

 

Sus dos extremos

Al Oeste en el golfo de Corinto, se encuentra la ciudad de Corinto con un puerto en el que poder esperar el paso del canal. Mientras tanto podemos dar un paseo por la ciudad sin demasiado interés, aunque podemos coger un autobús que pasa cada hora hacia las ruinas del viejo y milenario Corintos en una colina a pocos kilómetros de la ciudad nueva.

En el lado Este del canal se encuentra Isthmia que protege la entrada del canal igual que ocurre en Posidhonia, su otro extremo, mediante un dique con rompeolas. El de Isthmia es alto y rematado con una banda de goma, pero bien vale poner nuestras propias defensas para proteger las amuras del barco de las manchas negra de goma. En la oficina de al lado es donde debemos acudir con los papeles del barco para rellenar y pagar la tasa para poder cruzar el canal.

 

 

Llegar por el golfo de Corinto

Que junto con el golfo de Patras al cual accedemos desde el Mar Jónico, era conocido desde la antigüedad como el Golfo de Lepanto en donde tuvo lugar la famosa batalla de mismo nombre. Es como un enorme lago de 70 millas náuticas, y con una escasa anchura que oscila entre las 4 y 16 millas náuticas. Tiene fuerte riesgo sísmico y por esta razón es aún más excepcional la construcción del enorme puente que une el Peloponeso con la Grecia continental en la ciudad de Patras.

 

 

En verano el viento predominante es del Oeste, a veces acelerado por el embudo de las montañas tanto de la costa norte como la del sur, lo cual puede hacernos esperar en pleno verano un fuerza 5 ó 6 durante algunas horas al día. En la parte del golfo de Patras podemos encontrarnos con Noroestes y Oestes Noroestes.

Tanto en sus costas del norte y del sur encontraremos diferentes ciudades con puertos deportivos e innumerables rincones en los que poder fondear y pasar la noche en buenos fondos. Son tantos los lugares y los buenos rincones que todo ello es objeto de otro artículo específico.

 

 

¿Y si no cruzamos el canal?

¡Mejor aún! Una decisión muy sabia, pues en ese caso no queda otra que arrumbar al sureste y costear el Peloponeso en un viaje espectacular que rezuma encanto en tantos rincones de sus casi 400 millas náuticas que pueden alargarse casi indefinidamente si tenemos la buena idea y el tiempo necesario para adentrarnos en cada uno de sus tres golfos de Nauplia, Laconia y Mesenia.

Camino por otro lado obligado si queremos descubrir las dos últimas de las islas Jónicas situada al sur del Peloponeso; Kythera y Antikythera donde se descubrió el famoso mecanismo que representa uno de esos misteriosos objetos fuera de su tiempo y por tanto inexplicables. 

Si podemos, es buena idea circunnavegar la gran isla de Creta para lo cual podemos reservarnos un par de semanas y desde allí lanzarnos a descubrir las Cícladas…. Total, el canal de Corinto siempre está allí, para ser descubierto durante nuestro regreso hacia el Oeste.

 

 

De camino por el Peloponeso, es casi obligado dejar el barco algunos días en alguno de sus bellos puertos abrigados, alquilar coche y perderse por su montañoso interior en donde descubrir la mítica Esparta, las ruinas de Olimpia en donde tuvieron lugar los primeros juegos olímpicos, el tempo del Dios Apolo en Corinto, el paso de las termópilas donde 7.000 griegos al mando de Leónidas el gran rey espartano resistieron al ejercito Persa, Loutraki y sus aguas termales, Epidauro con su bello teatro entre un tupido bosque de pinos, Nafplio la primera capital de Grecia tan bella y cargada de historia y de imponentes rincones para pasear y hacer vida nocturna en sus numerosas tabernas llenas de encanto, Micenas máximo exponente de la importante civilización micénica que dominó Grecia hace 4.000 años y cuyas construcciones de piedra tiene tanto parecido con las de lejanos lugares como Machupichu en Perú, las extrañas construcciones del Titikaka, Mystras y su ciudad Bizantina construida en las laderas de una montaña rodeada por murallas y plagada de templos excepcionales, ciudades antiguas que sin duda le dejarán fascinado.

 

 

El Peloponeso es una autentica aventura por si misma en donde además nos esperan sorpresas y joyas que nos dejarán fascinado como por ejemplo el pueblo costero de Gythio en donde podemos fondear, fundado por el mismo Apolo y Heracles en señal de reconciliación.

Y si se quiere dar un lujo divino, al recorrer el brazo oriental del Peloponeso, deje el barco un par de días y reserve una habitación en el pueblo de Monemvasia, más pequeña y posiblemente más bella que la misma Dubrovnik en el mar Adriático.

Sin lugar a duda dedicaremos en Fondear un próximo y extenso capítulo dedicado en exclusiva al fascinante Peloponeso. 

 

 

 

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