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DOS SEMANAS POR GRAN CANARIA

   Sobre las 07:00 Hrb, comunicamos a salvamento marítimo nuestro plan de navegación y con vientos del primer cuadrante, salimos de la Bahía de Las Isletas con rumbo este, en demanda del Puerto de Morro Jable (Fuerteventura, 60 MN). El intervalo de la travesía a vela de puerto a puerto es de 10 horas aproximadamente.

   Desde este mismo fondeadero de la Bahía de las Isletas, hace más de quinientos años, partió Cristóbal Colón, el 12 de Mayo del año 1.502, en su cuarto viaje hacia las indias, con dos carabelas, dos navíos y 140 hombres.

   Disponemos de dos semanas para completar nuestra derrota, esto es Gran Canaria, Fuerteventura, Isla de Lobos, Lanzarote, La Graciosa, Montaña Clara, Alegranza y rodear los islotes de Roque del Este y Roque del Infierno para regresar de nuevo a Gran Canaria.

   También queremos visitar una profunda y oscura cueva, que años antes descubrimos, dentro de la cual se puede navegar con el auxiliar, al fondo se podía apreciar una luz blanca que resultó ser una playa de arena iluminada por el sol que entraba por un cráter, el olor a ozono y a territorio virgen era impresionante, te sentías como si fueses el primer ser humano que visitaba dicha cueva, fue una experiencia que queremos repetir.

   La navegación es muy placentera, el barco ya conoce el camino, es un Queche Clásico, Endurance 35 de Astilleros Belliure, muy estable y marinero y el Primer Endurance 35 de fibra de vidrio que Don Vicente Belliure construyó.

   Nuestros acompañantes son dos parejas encantadoras de amigos navegantes Gran Canarios de hace tiempo, que disfrutan tanto como yo.

   Ahora navegamos en pleno Océano Atlántico, reviviendo la nostalgia de tiempos pasados con la naturaleza a flor de piel y a todo trapo, foque, trinquete, mayor y mesana, vientos del NE F4-5 (Alisios), Ra 090º, velocidad 6-7 knts, no ponemos el piloto automático pues todos queremos llevar el timón, de vez en cuando soltamos éste y con solo un ajuste de mesana podemos llevarlo a la vía, sin timonel y a rumbo, gracias a su quilla corrida y obra viva.

   Gran Canaria se va alejando por nuestra popa. Sobre el medio día observamos por la mura de estribor lo que pudiera ser una ballena, Fernando se sube a la cofa y ratifica que es una ballena, nos acercamos con precaución, lascando escotas para disminuir velocidad y no molestar a estos majestuosos mamíferos, son una familia de tres bellas ballenas zifios.

   Fuerteventura ya aparece con más detalle sobre el horizonte y a las 14:00 Hrb la sonda nos indica el controno de la plataforma y una profundidad de 120 metros, no había turbulencias en la superficie del mar que pudiera indicar vientos racheados desviados y provenientes de las montañas, por lo que seguimos navegando a toda vela. Ganamos un poco de barlovento antes de aproximarnos al faro de Punta Jandía (Fuerteventura) para poder ver mejor la baja y negociarla.

   Guillermo pescó al curricán un hermoso medregal de 6 kilos el cual limpió para cocinar. Pasado el faro por babor y alejado de la Baja del Griego, la cual se veía perfectamente, por precaución y experiencia arriamos la mayor en prevención de fuertes rachas de viento que a veces suele soplar en este tramo de aguas costeras. Dos horas más tarde, sobre las 17:00 Hrb, amarramos el barco en el pantalán del Puerto de Morro Jable (Fuerteventura y comunicamos a salvamento marítimo nuestra llegada.

   Morro Jable, un pueblo de pescadores, ahora vive del turismo y de la pesca, el muelle ha sido agrandado y remodelado para aceptar el ferry de naviera Armas y el jet foil de la transmediterránea. Caminando unos quince minutos se llega al pueblo.

 

  

   Al día siguiente arranchado el velero, partimos de Morro hacia Gran Tarahal, costeando, para así disfrutar del paisaje de Sotavento, y fondear en las Playas de Jandia, 14 kilómetros de playas, aguas cristalinas de color turquesa-azul-verde, una especie de continuación del desierto del Sahara, aquí venían tortugas a desovar, a veces las ves por estas aguas, pero ahora hay pocas.

   Filamos el ancla hasta fondearla en la playa, inflamos la zódiac y la lanzamos al agua. Amarramos un cabo al fueraborda, pasamos el chicote por la roldana engrilletada a la botavara de la mesana y lo descendemos desde la bañera de "Zeus" al espejo del chinchorro, dirigiéndolo por medio de la botavara. Tres de nosotros nadaron hasta la playa. En el zodiac fueron Tita y Maite, junto con el medregal y guarnición, que asamos con carbón en la playa, regado con malvasía. Supo a gloria.

   A pesar de ser enero, los acompañantes se quemaron la piel por prolongada exposición al sol. El tiempo se nos pasó rápidamente y llegamos de noche al Puerto de Gran Tarahal, no había electricidad en el pueblo, no había ninguna luz encendida, por lo que gracias a nuestro radar, pudimos ver en la pantalla, la entrada al muelle y la escollera.  

 

 

   Gran Tarahal es un pueblo de pescadores, con un estupendo muelle y un buen fondeadero. En el restaurante de la cofradía, aún se puede disfrutar de una vieja a la espalda con aceite de oliva y ajos (ojo, vieja es un pez típico de nuestra región macaronesica). Este pueblo tiene en su haber, el haber repelido y apresado una invasión de soldados ingleses en 1.740, que desembarcaron por el mismo lugar donde ahora estamos fondeados.

   En las noches cálidas de verano, a veces olemos dormir en la cubierta corrida para contemplar las espectaculares noches estrelladas y percibir la música que nos viene de las estudiantinas tocando por la avenida.

   Después de pasar un día en el pueblo, y en la playa, con el barco a son de mar, levamos ancla para más tarde doblar la Punta de Piedras Caídas, navegamos rumbo norte hacia El Castillo, también llamado Caleta Fuste, con vientos de proa, con mayor y mesana, remontamos ayudados por algo de motor, dejamos el faro de la entallada a babor, curiosamente, lo utilizan los patrones de las pateras como referencia ya que prácticamente se ve desde África.

   La costa es sucia, se baja hacia el N, se puede apreciar el magma en su día solidificarse al contacto con el agua de mar, en las paredes verticales se puede apreciar la estructura estratiforme de las rocas, muy interesante para el aficionado a la geología.

 

 

   Hay que enfilar una baliza verde con el faro de la escollera del muelle de El Castillo, manteniendo el rumbo N y negociando la entrada por el lado E, ya que hay un arrecife ¡así cómo bajos fondos que convienen evitar!. No es peligroso, sólo que la planificación de antemano a la entrada al muelle del Castillo es importante, ya que todo debe de estar en su sitio, defensas, cabo de amarres, tripulación. Se dispone de poco espacio para maniobrar y conviene saber el número del atraque asignado antes de entrar, personalmente siempre pido permiso por radio antes de, ¡y así evitar situaciones embarazosas!.

   El Castillo es una urbanización netamente turística, con mucha vida nocturna donde se puede ver y oír la reencarnación de Elvis Presley, Buddy Holly, Roy Orbinson y muchos más, es maravilloso ver lo bien que lo imitan. Hay un local en el cual toca todavía el guitarrista del grupo Herman Hermit (no milk to-day) ¡con cabello blanco y sesenta y pico años!.

   Dos días más tarde salimos del Puerto El Castillo (habiendo notado un incremento considerable en lo que se nos cobró por atracar con respecto a hace algunos meses), y nos hicimos a la vela gobernando al N, costeando, vimos saltar atunes, dejamos el aeropuerto de Fuerteventura a babor, nos dirigimos a Lanzarote, pasando por babor la Isla de Lobos, llamada así por los lobos marinos que en su día hubo, bordeamos la costa hasta llegar a Puerto Calero (Lanzarote). Los norays son de bronce pulido, éste, junto con Marina Rubicón, son los mejores del archipiélago.

   Aquí hay que alquilar un automóvil para poder recorrer la isla. Ni locos dejaríamos de visitar el Parque Timanfaya, o el Mirador del Río, con esos paisajes volcánicos y esos colores de la tierra que no olvidarán nunca. Según los astronautas del Apolo 13, no hay nada que se asemeje más en la tierra a los paisajes lunares que éstos en Lanzarote.

   Más tarde, se unieron a nuestro grupo los hijos y esposas de Guillermo y Fernando que al no ser tan aficionados a la navegación, se habían quedado en el bungalow en la Playa, ofertado gratis por nosotros como parte del paquete de vacaciones, para así poder disfrutar de la playa y de paseos en bicicleta por la avenida peatonal costera que va de Arrecife a Puerto del Carmen.

    

   La siguiente singladura nos lleva a la Isla de La Graciosa (la Isla del Tesoro), ahora ya somos ocho personas a bordo. Después de navegar con brisas del NE y a todo trapo, a la altura de los Roque de Famara, nos metimos en el estrecho del Río, rumbo W, manteniéndonos en el centro, arriamos mayor y foque, manteniendo trinquete y mesana siguiendo las instrucciones del derrotero.

   Amarramos en el muelle de Caleta del Sebo. Esta isla, parte del Archipiélago Chinijo, está muy cuidada por los propios gracioseros, en un estado deliciosamente natural donde todavía no encontrarán Mc Donalds, y donde aún se pude degustar un buen caldo de pescado a la antigua usanza.

 

   La isla es pequeña y tiene de todo lo que necesita uno para desestresarse y descansar con paz y tranquilidad.

 

 

  Dos días más tarde, después de adujar todos los cabos en las cabillas y asegurarnos de estar bien arranchado, largamos amarras y dimos a vela, navegando por el oeste de La Graciosa, entre la Islita de Montaña Clara y dejando Roque del Diablo a babor pusimos rumbo a Alegranza, el islote deshabitado.

   Fondeamos en una cala para pasar la noche y al día siguiente, puesto el velero a son de mar, quedamos en franquía sobre el ancla, con las velas desempañicadas en espera de un aumento del viento, para gobernar al este, rodear el Roque, y poner rumbo de regreso a Lanzarote, y así poder desembarcar a nuestros cuatro jóvenes que se quedarían unos días más en el bungalow.

  

   Hecha la aguada y repuesto el pañol de víveres, iniciamos el tornaviaje, pariendo de Marina El Rubicón, habiendo gobernado para pasar entre Lanzarote y Fuerteventura por el Estrecho de La Bocaina, dejamos el Faro de Pechiguera a estribor y 18 horas más tarde, a toda vela, por barlovento con vientos portantes y acompañados por delfines, amanecimos en Gran Canaria, lugar de partida

 

 

Francisco Castellá Lancha

email

www.canarysailing.com

 

 

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